[Texto introductorio de la publicación Paratext Vol. 3.]
La serie Paratext es un ejercicio de inmanencia del trabajo artístico. Lo que le pedimos al artista es que hable de su trabajo, entendiendo hablar en el sentido más laxo posible, porque no tiene que emitir una sola palabra si no quiere. Que hable de su trabajo, por el medio que sea, y eso es un ejercicio de inmanencia porque significa hacer presente algo lejano, o hacer visible algo oculto. Significa hacer presente, presentar, evocar algo perdido, y entonces el discurso es repetitivo, complaciente, obsesivo; pero significa también hacer visible, desvelar, poner en juego una duda pendiente, un miedo inarticulado, y el discurso se torna difícil, terapéutico, inseguro. Hacer presentes las cosas, hacerlas visibles, o sea lo contrario de la voluntad de trascendencia, que busca tornarlas remotas y misteriosas.
Hablo de inmanencia del trabajo artístico y no me refiero solamente a hacer las cosas presentes y visibles. Debo ser más preciso. En Hangar pedimos al artista que hable de su trabajo, aunque sea sin palabras, pero no le pedimos nada más. El Paratext no es la fase preliminar de una presentación posterior del trabajo terminado. El Paratext es todo lo que le pedimos al artista, todo lo que Hangar espera de él. Me refiero a que el hecho decisivo del ejercicio de inmanencia es que hace presentes y visibles algunas cosas, pero de tal modo que estas lo son todo. No hay nada más; o, si lo preferís, no hay nada más que decir.
La idea de inmanencia no tiene importancia, si no os interesa. Es útil para describir cierta forma de relación del trabajo artístico con la pieza terminada, pero lo mismo podría explicarse de otros modos. Podría hablar, por ejemplo, de nuestro desinterés (y ese nosotros es Hangar) por la pieza terminada, o acaso debiera atreverme a escribir por la obra de arte. Eso no significa que no prestemos atención y no nos ocupemos de la pieza terminada. Claro que lo hacemos: lo hacemos en la medida en que el artista residente se ocupa de ello, cosa que difícilmente puede dejar de hacer, en la medida en que la institución Arte sigue enmarcando su trabajo bajo la forma de la performance, la instalación y la publicación, o sea bajo la modalidad de piezas terminadas, reseñables y, por efímeras que se quieran, perdurables. El arte sigue consistiendo, después de todo —¡a pesar de todo!—, en la producción de obras de arte.
Puedo precisar la modalidad específica de desinterés por la pieza terminada que ponemos en práctica en Hangar afirmando lo siguiente: no es que no queramos que la pieza se termine —no postulamos la idea de la pieza como proceso indefinido—, lo que ocurre es que la pieza haya sido o no terminada nos resulta indiferente. Solemos decir que el Paratext es una presentación del proceso de trabajo artístico, pero hace semanas que pienso que deberíamos dejar de decirlo. Porque hablar en términos del proceso de trabajo, en oposición a la pieza terminada, nos sitúa otra vez del lado de la trascendencia: el proceso converge, tiende necesariamente, hacia una culminación única, unitaria, autónoma, cerrada sobre sí y llena de sentido. Pero entre el proceso y la obra hay un salto ontológico, porque el proceso era plural, errático, dependiente, abierto y de significación indeterminada. Zenón de Elea describió muy claramente la relación de trascendencia entre el proceso y el objetivo. Aquiles nunca alcanzará a la tortuga, porque ello significaría la culminación de un proceso infinito en un tiempo finito, significaría un salto ontológico, la superación de una barrera infinita, insondable.
Sabemos de sobras, sin embargo, que el modelo matemático de Zenón es erróneo —siendo justos, lo sabía él también. Cualquier tortuga podría contarnos que varias veces al día ve como uno u otro Aquiles la adelanta, sin apenas darse cuenta. Más aún, nosotros mismos conocemos la experiencia, porque cada uno de nosotros es tortuga en ciertos contextos y Aquiles en otros. Conocemos de sobras la experiencia cotidiana de la desigualdad. Sabemos que Aquiles adelantando a la tortuga es un hecho cotidiano, banal; sabemos que es un hecho cualquiera, y cualquiera tiene aquí un significado preciso: que es un hecho como lo otros.
La pieza terminada es un hecho como los otros del proceso artístico, no su culminación. Esta sería la relación de inmanencia del trabajo artístico con la pieza artística —pero insisto que las ideas de inmanencia y trascendencia no tienen importancia: estas líneas no tratan de eso. La pieza terminada como una cosa que es posible extraer del proceso de su preparación, pero que no es distinta ontológicamente del proceso de su preparación, y que, por lo tanto, no tiene mayor importancia que las otras cosas del mismo proceso. No hablo de nada abstracto. Lo que postulamos en el Paratext se puede poner en práctica ante cualquier trabajo artístico: leer la performance como ensayo, la instalación como montage, la publicación como galeradas.
Nada más por mi parte. Ahora que hablen los artistas, que comience el Paratext.